Esta innovación nace de necesidad propia de la educación inicial, etapa que requiere comprensión y no juicio, porque cada comportamiento responde al desarrollo propio de los primeros años. También surge de un aumento creciente de violencia escolar en el país y desde mi propia historia: en mi infancia fui una niña muy tímida, con baja autoestima y poco visible para los adultos. Esa vivencia me impulsa a crear estrategias para aquellos niños y niñas que muchas veces sufren en silencio sin poder expresar lo que sienten. Con más de veinte años de trayectoria, he construido prácticas educativas innovadoras desarrolladas en comunidad, fruto de un trabajo colaborativo de equipos educativos y familias, quienes sustentan estas prácticas con ideas, experiencias y diversas miradas que orientan mi quehacer. Así, surge mi enfoque de la pedagogía del amor, el buen trato entre pares, aportando a modificar conductas desde la reflexión, fortalecer la autoestima y construir un mundo que respete las diferencias. Mi enfoque viene a modificar el sistema tradicional de disciplina con acciones concretas preventivas de desarrollo socioemocional, siendo necesario que sean compartidas, adaptadas y aplicadas en diversos contextos. Su impacto es evidente: según la encuesta de desarrollo socioemocional, un 84% de los niños y niñas se sienten seguros y felices en el aula. "Mi propuesta es construir la cultura global del buen trato: educación holística, para convivir con personas, objetos y entorno".
Esta innovación surge de la necesidad de fortalecer la autorregulación, la expresión emocional y la convivencia positiva en niños y niñas de 3 a 4 años, promoviendo una cultura de buen trato desde la educación inicial. La jornada inicia con el Momento de Buen Trato, una asamblea emocional donde los niños eligen entre diversas estrategias: El corazón de las emociones, El árbol del buen trato, La casa de la familia amorosa, El corazón de Woody, la Maleta viajera y el personaje Tronquito. Estas herramientas favorecen la expresión emocional, la reflexión y la resolución pacífica de conflictos.
Mi rol como Educadora es activo y modelador, acompañando la regulación emocional y promoviendo un lenguaje respetuoso. La frase “Escuchamos, pero no juzgamos” guía instancias donde los niños comparten desafíos y analizan acuerdos de convivencia. Se observan avances como mayor empatía, concentración, respeto por los turnos y un lenguaje emocional más claro. La familia participa mediante un WhatsApp pedagógico que comparte planificación, imágenes y videos para facilitar la continuidad del aprendizaje en el hogar, fortaleciendo la alianza escuela–familia.
La innovación pedagógica comenzó captando la atención del equipo educativo por el cambio positivo que genera educar en la paz dentro del establecimiento. Comencé dando a conocer estas estrategias en capacitaciones internas y presentaciones en encuentros educativos.
Siendo ganadora del Global Teacher Prize Chile 2025, conocido como el Nobel de la enseñanza, un hito histórico para la educación parvularia que permite dar a conocer mi innovación pedagógica a nivel nacional.
La innovación se ha propagado en diversos canales de difusión redes sociales y medios de comunicación. Además, participo de Seminarios con la presencia de futuras educadoras, alcanzando a múltiples aulas de distintas regiones del país, convirtiéndome en un referente para la Educación Inicial.
Su carácter práctico, preventivo y adaptable permite que pueda ser implementada sin grandes recursos, facilitando su expansión a contextos educativos muy diversos.
“Su diseño simple genera una cultura del buen trato, donde el desarrollo socioemocional se integra de manera preventiva en el aula, las Educadoras que lo implementan reportan disminución significativa de conflictos y mejor verbalización de las emociones”
La innovación es un trabajo colaborativo que ha evolucionado a lo largo de mi trayectoria, integrando sugerencias de agentes educativas y familias. Las necesidades emocionales de la primera infancia también han impulsado ajustes que permiten un acompañamiento más profundo y significativo.
Uno de los primeros cambios surgió gracias al aporte de un técnico en párvulo, quien propuso incorporar El corazón de las emociones. A partir de ello, gradué el aprendizaje para que los niños no solo reconocieran las emociones, sino que también pudieran expresar por qué sienten determinada emoción.
La encuesta socioemocional aplicada a las familias evidenció la necesidad de realizar talleres de buen trato. En estos encuentros, los apoderados conocieron de manera concreta las estrategias del aula y aportaron nuevas ideas, entre ellas transformar “La casa de la familia amorosa” en un recurso emocional familiar, promoviendo coherencia entre hogar y establecimiento.
Estas mejoras han generado un impacto positivo en los niños y niñas, quienes hoy reconocen y gestionan sus emociones con mayor claridad y participan activamente en la resolución pacífica de conflictos. Todas las modificaciones se mantienen fieles al enfoque original de buen trato y fortalecen la pedagogía del amor. Actualmente me proyecto creando un personaje de buen trato que acompañe cada estrategia diaria y enriquezca la experiencia socioemocional.
Comience incorporando el Momento de Buen Trato como apertura diaria. Requiere materiales simples:
• Corazón de las Emociones con muñecos impresos
• Árbol de Buen Trato con una rama seca e imágenes de afecto
• Casa de la Familia Amorosa hecha con cartón o juguetes
• Títere Tronquito como símbolo ambiental
• Maleta Viajera confeccionada con una caja
• Corazón de Woody representado por un muñeco dañado.
Para implementarlo existen tres pasos: crear la asamblea emocional, presentar las estrategias y modelar lenguaje respetuoso. Su aplicación toma entre 10 y 15 minutos y requiere continuidad diaria. Con una varita mágica, los niños eligen qué estrategia compartir, siendo protagonistas de su aprendizaje. Como apoyo, cuento con cápsulas informativas y talleres para equipos educativos. Las estrategias son adaptables a aulas rurales o urbanas, con distintos grupos etarios y tamaños. Esta metodología permite iniciar cada jornada desde la calma y el buen trato, fortaleciendo la convivencia y promoviendo prácticas que valoran el respeto, la empatía y la expresión emocional como base de una cultura educativa más humana y consciente.