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Virtudes para el siglo XXI

Es una estrategia con la que se busca descubrir el sentido de las habilidades con las que cada quien cuenta.

Virtudes para el Siglo XXI es una estrategia con la que no solo se hace énfasis en la necesidad de desarrollar habilidades para el trabajo y la prosperidad de las personas, sino que se reflexiona sobre la necesidad de convertir esas habilidades (crecimiento propio) en virtudes, es decir, en ponerlas al servicio de personas (ayudar a crecer) y no solamente de cosas, proyectos o empresas.

Overview

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2020

Established

375

Children

1

Countries
Updated
July 2020
The ultimate test of your greatness is the way you treat every human being, (JPII).

About the innovation

Virtudes para el Siglo XXI

¿Qué hacemos?

Ayudar a descubrir a las personas que estamos llamados a ser felices, pero que no somos felices solos, sino que se da con otros y en un mundo específico. Ayudamos al descubrimiento de sí (adquisición de virtudes intelectuales y morales); reconocemos que no estamos solos: tanto en nuestro propio crecimiento como en el ayudar a crecer (habilidades al servicio de los demás =virtudes) y nos damos cuenta de que el trabajo (habilidades para el siglo XXI) debe ayudar a crear un mejor mundo, un mundo más habitable.

¿Por qué lo hacemos?

En tanto que somos personas, y estamos convencidos de nuestro proyecto, sabemos que nuestras habilidades adquieren sentido cuando se ponen al servicio de los demás. Por ello, la educación es uno de los mejores medios que nos permite crecer, ayudar a crecer a otros y comprometernos en forjar un mejor mundo. ¡Nuestro compromiso es ser felices haciendo lo que hacemos y ayudar a que otros descubran su propio camino de felicidad, pero no en soledad!


Implementation steps

Descubrimiento antropológico

Debe contactarnos para conocer acerca de la visión antropológica que guía todas nuestras prácticas formativas. De manera específica, Virtudes para el Siglo XXI no es posible sin esta visión específica.

Claridad en el horizonte

Si bien las habilidades para el siglo XXI llevan a las personas hacia el crecimiento propio, el trabajo colaborativo y un progreso del mundo, es necesario descubrir que las habilidades puestas al servicio de los demás tienen un refuerzo mayor. Con este sentido dichas habilidades se convierten en virtudes, es decir, en una manera de ser habitual de nuestras vidas, independientemente del contexto en cual estemos (si somos grandes empresarios, personajes influyentes, educadores, padres de familia, amigos, el tendero de la esquina, etc.).

Conocer el contexto

Es necesario caracterizar el contexto en donde se implementará la estrategia de modo que se pueda establecer el ideario común que se tiene con respecto a: la percepción de sí, la percepción de los otros y sobre el mundo. De este modo, en cada foco se pueden establecer objetivos claros y alcanzables.

Equipo de trabajo

Una vez caracterizado el contexto y las personas a quienes se dirigirá la estrategia, es importante contar con un equipo de apoyo que esté formado en los principios de Virtudes para el Siglo XXI. Este equipo ayudará a gestar y replicar estrategias formativas que ayuden a los objetivos.

Objetivos alcanzables

Algunas veces nos trazamos objetivos ideales, que pueden ser nobles, pero que no corresponden a la realidad. Por ello, conocer el contexto y las personas es importante para definir los objetivos. Recuerden que esta estrategia tiene como propósito ayudar a las personas en cualquier contexto. No queremos que todos sean empresarios o personas reconocidas, pero sí queremos personas influyentes en el contexto en el que se desenvuelven.

Por ello, se deben trazar objetivos a corto, mediano y largo plazo para cada uno de los focos de interés. Por ejemplo:

1. Con respecto a sí. ¿Qué quiero que las personas logren con respecto a sí? ¿Más autoestima, creer en sí mismo, cuidado de sí, gestión de las emociones, descubrirse como personas capaces de crecer?

2. Con respecto a los otros: ¿Por qué ayudar a los otros a crecer? ¿Qué logramos si trabajamos en conjunto? ¿Importancia del crecimiento personal antes que el social o económico? ¿Queremos que mejore la convivencia? ¿Sensibilidad ante las necesidades de los demás? Aquí se involucran no solo las relaciones personales (familia, amigos), sino que también las relaciones profesionales, políticas, etc.

3. Con respecto al mundo: ¿Cómo puedo cuidar el mundo? ¿Cómo puedo ayudar a hacer un mejor mundo? ¿Por qué debo cuidar y ayudar a hacer y un mejor mundo? Aquí entran los aspectos empresariales, económicos, políticos, etc.

El sentido de esta estrategia es ayudarles a las personas a descubrir que las habilidades del siglo XXI tienen mayor impacto cuando se ponen al servicio de los demás (pero hay que descubrir el sentido profundo de ello).

Reflexión y aporte del equipo

Dada a que esta iniciativa se da principalmente en un contexto escolar, nos referimos específicamente a los profesores (pero la estrategia se puede implementar con otros grupos de personas), con quienes se hace un proceso de reflexión motivado a:

1. Conocer a sus estudiantes: en sus habilidades y limitaciones.

2. Desde su quehacer diario, descubrir los modos de ayudarles a crecer.

3. Desde su quehacer diario, descubrir las maneras de aportar a los objetivos que se han trazado en esa comunidad. ¡Dejarlo por escrito!

4. Revisar con frecuencia las acciones específicas que se están adelantando de cara a los objetivos y sopesar el impacto que estas han tenido.

¡Importante! Dado a que es una estrategia enfocada en lo humano y quizá en el cambio de la visión de sí, de los otros y del mundo, los resultados necesitarán tiempo y agudeza del líder del proyecto para poder identificar los avances que aveces son imperceptibles, pero que hay que reconocer y celebrar.

¡Queremos que cada persona sea mejor persona, ayude a los otros a ser mejores y se comprometan con cuidar y hacer un mejor mundo!

Acompañamiento y formación

Lo primero por recordar es que !Nadie puede solo! Este es el segundo foco de la estrategia.

En consecuencia, el líder del proyecto debe tener sesiones programadas tanto de acompañamiento como de formación de su equipo. A su vez, este equipo, que son a la vez replicadores, deben acompañar y formar a las personas que están guiando.

De por sí, adquirir conocimientos depende de habilidades intelectuales que hay que formar primero, convertir las habilidades en virtudes requiere de un mayor esfuerzo, el cual resulta infructuoso cuando de se descubre el sentido de lo que se hace.

Las habilidades del siglo XXI sin un adecuado refuerzo de ponerlas al servicio de los demás, pueden convertirse en habilidades egoístas para solamente el crecimiento individual o de un grupo reducido de personas. Esforzarse por, en todo contexto, tener siempre presente el horizonte, ayuda a que las personas no se encierren en su egoísmo (es una tendencia).

En conclusión, siempre hay que acompañar y formar con el propósito de reforzar el sentido de lo que se hace.

Recuerden que el sentido de lo que se hace es un descubrimiento personal. Por lo tanto, el líder del proyecto debe dirigir desde la realidad de cada persona y no solamente desde su propia realidad. O lo que popularmente se conoce, buscar que los otros se adhieran a los objetivos no porque el líder lo dice, sino porque cada quien descubre un sentido propio de vida.

Plan de trabajo sistémico

Con frecuencia las organizaciones implementan proyectos que unos pocos lideran y los demás ejecutan e incluso, que los beneficiarios no conocen. El plan de trabajo sistémico tiene como propósito estructurar la estrategia.

1. Planear con detenimiento lo que vamos a hacer. Definir los objetivos ajustados la realidad, es decir, a las necesidades de las personas: las inmediatas, a mediano y largo plazo.

2. Diseñar un plan de acción con los roles específicos de cada quien. ¡Por supuesto que con los beneficiarios! Por lo tanto, hay que esforzarse en que los beneficiarios descubran el sentido de lo que se está haciendo: ¿Por qué crecer? ¿Por qué ayudar a crecer? ¿Por qué cuidar y ayudar a hacer un mejor mundo? Si son los estudiantes de una escuela, de ellos se tiene el primer compromiso, aunque a veces poco para nosotros, es muy grande para ellos.

3. Revisar de manera constante las acciones que se están implementando, de modo que se puedan replicar las buenas prácticas y eliminar o modificar aquellas que no surten efecto.

4. Evaluar de manera constante los objetivos, de modo que los podamos celebrar.

5. Mejora continua: la experiencia nos permite mejorar, por lo tanto, toda la información que se recoja sobre la ejecución de la estrategia ayudará para mejorar.

6. Dejarles saber a los beneficiarios lo que van logrando poco a poco y como ello les ayuda a ser mejores personas.

(Esta es una adaptación del ciclo PHVA).

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